Con el fin de obtener resultados de calidad para sus pacientes, «María» empezó a evaluar diferentes opciones para el cuidado de heridas, incluidos los sistemas de tratamiento de heridas con presión negativa (NPWT). En aquel momento, María era la enfermera jefe de la unidad de lesiones medulares en un centro con 155 camas de rehabilitación física de pacientes agudos y subagudos. María tenía los conocimientos y la experiencia que se requerían para la evaluación de sistemas que ayudasen al proceso de curación de las heridas de sus pacientes con lesiones de médula espinal y lesiones cerebrales traumáticas (TBI).
Sabía que los sistemas podían ser complejos, caprichosos e inconsistentes, por lo que quería elegir la mejor opción que se adecuase a las necesidades de la población de pacientes especiales a la que atendía.